sábado, 27 de septiembre de 2014

Por Amanda Teillery

Voy a escribirle una carta a los amigos que no tengo
Para pedirles que dejen de atormentarme
Les prometeré aceptar su espíritu roto
Si ellos aceptan los pedazos  que quedan de mí
Y después, una pequeña invitación
Para llorar por los tiempos en que íbamos a ser la gran cosa
Una breve invitación
Para extrañar los lugares en que jamás estuvimos
Y la gente que jamás perdimos
Voy a escribirle una carta a los amigos que no tengo
Para pedirles que dejen de hacer tanto ruido
Su vacío llena demasiado la habitación
Y a veces no dejan dormir
Y después, una pequeña invitación
Para recordar los tiempos en que no llorábamos
Porque pensábamos que éramos fuertes
Una breve invitación.


domingo, 21 de septiembre de 2014

COMPLEMENTARIA DUALIDAD

(Por Sofía Montealegre)

Dos pies, dos manos,
dos ojos,
dos brazos extendidos,
dos orejas y oídos
Dientes en pares,
dedos en pares.
Tenemos todo de a dos
Respiras profundo
y por los dos orificios de tu nariz
llenas con ganas tu par de pulmones
mientras tu boca encuentra su par
junto a la mía.

Si mantenemos esta dualidad
A donde te vayas
volverás
Porque de a dos
llevaremos la carga
y el sabor
de dos bocas a la par.

SI SUPIERAS

(Por Sofía Montealegre)

Si supieras
lo que pienso de ti
Si supusieras siquiera
lo que pienso de ti
De como vistes y caminas,
de como miras y preguntas.
Si supieras lo que pienso
cuando oigo de ti.

Si supieras 
tantas cosas de mí
lo que creo
y quiero creer,
lo que sueño
y evito soñar,
lo que pienso al verte caminar,
vestirte, hablar.
Si supieras lo que pregunto,
lo que miro,
lo que busco cuando camino.

Me pregunto yo
¿Intentarías cambiar?
¿Te quedarías acá?
¿Me querrías, verdad?


lunes, 1 de septiembre de 2014

FIN SIN PRINCIPIO

(Por Sofía Montealegre)

Como si nada pasara, sin previo aviso ni advertencia, te olvidaste de como hacerlos felices, sus caras han comenzado a apagarse y tu lo sabes mejor que nadie, lo notas conmigo.
Pero tu también lloras y no sirve de nada.
¿Donde escondiste las armas?, el revólver, donde escondiste el escudo, el chaleco anti balas. ¿De donde se supone que tengo que sacar la armadura si se las escondiste para que no hicieran travesuras?.
Para que te pregunto, si pareciera que te las escondiste a ti.
Y no sabes.
Menos se yo como solucionar esto.
La luna se nos escondió y la noche está como boca de lobo. ¿Nos rendimos? Pensaba que éramos fuertes, espérame que voy a sentarme a llorar contigo.




A ella si que le gustaba llorar, sentía cómo todos los pesos se disolvían y el alivio llegaba apenas terminado el llanto, mientras que cuando no lo hacía, sentía como el corazón saltaba tan fuerte hasta topar con la garganta y empujaba hasta humedecer.
Pucha que le gustaba llorar, pero el Morocho ahora también lloraba, y ella sabía bien que si los dos lloraban no lograrían nada más que llenar habitaciones y tendrían que comenzar a nadar y construir balsas, y ya habían pasado por eso antes.
Así, él le decía:
-Flaca no llores, por favor no llores- Mientras le dejaba el chaleco estilando en lagrimas, decía - ¿Por qué eres tan linda, flaquita, por qué?
Y así se veían los dos, él abrazándola, escondía la cara en su pecho como un niño chico, y ella que poca pinta de grande que tenía le acariciaba el pelo cochino con sus dedos.
-Sólo soy linda contigo- respondía con rabia. Quizás no era rabia, sino pena, pero más que pena por él era pena por ella.
Tenían que hacerse cargo de este infierno que se habían hecho solos, donde los momentos felices, la esperanza y las ganas de vivir habían encontrado el revolver o simplemente se habían colgado.
Y ahí estaban los dos, así se veían, el Morocho que la abrazaba, botando a la basura 25 años de madurez y compostura, ella le acariciaba el pelo cochino pensando que era infeliz, pero feliz se quedaría allí toda la vida, pensando en que se le olvidó el abrigo amarillo en la tintorería, que el Morocho tenía el pelo cochino, pero era tan suave, pensando que lo amaba. Así se veían, ella con cara de no entender nada, pero entendiendo todo, y el Morocho repetía:
-Sólo contigo me abro- aún lagrimando levantaba sus ojos de vez en cuando y le decía:-¿Por qué eres tan linda, flaquita, por qué eres tan linda?




TU CORAZA

(Por Sofía Montealegre)

Tu coraza
te cubre y te abraza,
te pesa
y dices que no importa nada,
porque nadie conoce más que tu coraza,
nadie sabe lo que esconde tu cabeza,
tu piel
Cargas con tu caparazón
y te veo con ternura.
Me compadece tu imagen,
me compadezco de ti
porque te veo y te conozco
veo que cargas con un peso
que esconde la belleza
de tus defectos virtuosos para mí.

Y así avanzas sólo,
creyéndote solitario y protegido
bajo un caparazón grueso
que cubre
lo que, por desgracia tuya,
yo conozco hasta los huesos.

sábado, 30 de agosto de 2014

FUISTE

(Por Amanda Teillery) 

Fuiste días eternos y noches robadas. Noches que jamás fueron tuyas. 
Fuiste anotaciones en una vieja copia de Virginia Woolf.
Fuiste Bukowski. Fuiste Hemingway. Fuiste Shakespeare. 
Pero jamás fuiste tu. 
Fuiste un nombre que el mundo lentamente comenzó a olvidar. 
Fuiste cigarros sin fumar y libros sin terminar de leer. 
Reflexiones vacías que no llevaron a ninguna parte.
Pero jamás fuiste tu. 
Fuiste palabras perdidas. 
Fuiste los lugares en los que estuviste. 
La gente que amaste y perdiste. 
Pero jamás fuiste tu.


SU ROSTRO

(Por Josefa Diaz Sanchez)

Su rostro era una contradicción,
Porque la oscuridad de sus pupilas
No alcanzaba a mostrar
El brillo de sus estrellas,

Su rostro era un laberinto
En el que era fácil perderse
En los nudos de sus ojos,
Y en las curvas de su boca

Su rostro era todo
Y no era nada

Veía el rio, latente en su sonrisa
Veía la tempestad cargando en su temple,
Veía la noche, acechando su sombra,

Pero la salvé,

La aleje del roce de las ramas del ayer,
Y la acerque al camino de los zapatos de cristal.
La acerque al mañana, al hoy
La acerque a mis labios, a mi alma, a mi perdición.